Sin embargo, el riesgo de crecidas e inundaciones tiende a aumentar. Esto puede deberse al deshielo o a lluvias intensas, sobre todo en condiciones meteorológicas especiales, que provocan un gran volumen de agua en las aguas superficiales.

Las inundaciones en arroyos y ríos difieren significativamente en cuanto a su origen y sus respectivos tiempos de reacción para los residentes afectados: las inundaciones repentinas en arroyos pueden desencadenarse por breves periodos de fuertes lluvias, como las tormentas de verano. Esto es especialmente cierto si los arroyos tienen pequeñas cuencas hidrográficas y están situados en valles escarpados, como suele ocurrir en Wiesbaden. En cambio, es más probable que se produzca una crecida pronunciada en el Rin y el Meno en condiciones meteorológicas a gran escala: las lluvias intensas y continuas que duran varios días en las cuencas hidrográficas o el deshielo tras inviernos nevados anuncian posibles crecidas con días de antelación. Si los perfiles hidráulicos ya no pueden contener los volúmenes de agua que fluyen, el agua se desborda, puede entrar en los edificios y causar daños.

La gravedad de una inundación depende de la cantidad de agua que se acumula, que a su vez depende de la intensidad de las precipitaciones y de otras condiciones actuales: El suelo helado o reseco, por ejemplo, absorbe poca agua de lluvia y es mayor la cantidad de agua que fluye por estas superficies.

Sin medidas de protección adecuadas, zonas, edificios y objetos pueden sufrir graves daños. Por un lado, la protección preventiva contra las inundaciones significa influir en los fenómenos de inundación y sus efectos mediante medidas municipales. Por otro lado, también incluye la obligación de tomar precauciones uno mismo, que los propietarios y residentes pueden utilizar para prevenir o minimizar los daños.