A finales del siglo XVII, el príncipe de Nassau-Idstein quiso construir un sencillo cobertizo de jardín en su propiedad a orillas del Rin. En realidad. Pero le gustó tanto que pronto mandó añadir más y más ampliaciones, y la casita acabó convirtiéndose en un palacio barroco de tres alas. ¿Acaso una visita a Versalles se le había subido a la cabeza al príncipe? En cualquier caso, el palacio de Biebrich pronto recibió el sobrenombre de "Versalles del Rin"; al igual que el gran modelo, el magnífico edificio se complementaba con un parque no menos impresionante. Diseñado como un jardín paisajista francés, por supuesto, incluyendo un pequeño laberinto y un teatro barroco de setos.

Los posteriores príncipes y duques de Nassau también se sintieron aquí como en casa y el palacio de Biebrich fue su residencia principal hasta 1841. Pero con el fin del ducado, el magnífico "Versalles del Rin" también cayó en el abandono. La mayor parte del mobiliario interior se vendió, y el invernadero recién construido también se disolvió, y se convirtió en la base del jardín de palmeras de la cercana Fráncfort del Meno, que sigue siendo muy popular hoy en día. "Castillo de ratas del Rin" fue el nuevo apodo del palacio a mediados del siglo XX, y el ala este quedó completamente destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

No fue hasta la década de 1960 cuando el nuevo propietario, el estado de Hesse, restauró la joya barroca. Hoy es sede de diversas autoridades y se utiliza a menudo para celebraciones y recepciones; la antigua capilla y, en verano, la gran terraza exterior están abiertas como cafetería y restaurante.