Por ejemplo, se están plantando más cerezos, arces y fresnos y se cuida la promoción de los árboles existentes. En principio, hace muchos años que no se tala el bosque. La plantación sólo tiene lugar cuando se crean grandes zonas abiertas por tormentas, nevadas o escarabajos descortezadores. Por lo demás, se recurre a la regeneración natural, lo que significa que los árboles dan semillas y frutos a partir de cierta edad, que germinan en el suelo y vuelven a formar un tronco majestuoso en el transcurso de 100 a 200 años. Este tipo de gestión, en la que muchas especies arbóreas crecen a distintas edades, no sólo ofrece ventajas ecológicas en términos de biodiversidad, sino también efectos económicos positivos a largo plazo.

El bosque municipal se gestiona de forma natural desde 1988 y está certificado según Naturland y FSC® (Forest Stewardship Council®, FSC® C007867) desde 1999, combinando así una gestión cuidadosa con un alto nivel de protección de biotopos y especies. No se utilizan pesticidas y se plantan especies arbóreas autóctonas o se fomenta su regeneración.
Además, las especies arbóreas presentes de forma natural ya están mejor adaptadas a las condiciones locales, por lo que la mayor diversidad posible también favorece la estabilidad del bosque urbano frente al cada vez más notable cambio climático y sus consecuencias: La proporción de abetos es muy baja, ya que esta especie arbórea carece de precipitaciones y ya no desempeña ningún papel en la composición de las especies arbóreas.